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28 de junio de 2016

Cronología del arte venezolano 1955-1957

Ilusión y realidad modernas en un país petrolero 


1955­
  • Se llevó a cabo el XVI Salón Oficial Anual de Arte Venezolano. El cuadro de ganadores fue el siguiente: Premio Nacional de Pintura: Jorge Gori por Anunciación; Premio Nacional de Escultura: Eduardo Francis por Pax; ­Premio Nacional de Artes Aplicadas: Seka Severin. Premio Antonio Esteban Frías: Martín Funes. Premio Arístides Rojas: Armando Lira. Premio José Loreto Arismendi: Luis Guevara Moreno. Premio Federico Brandt: Enrique Sardá. Premio John Boulton: Virgilio Trómpiz. Premio Roma: Rafael Sylva Moreno. Premio Antonio Herrera Toro: Manuel Cabré. Premio Ars: Janett Gutiérrez. Premio Henrique Otero Vizcarrondo: Manuel Quintana Castillo. Premio Antonio Herrera Toro: Manuel Cabré.

    Seka: Sin título, s/f
    Colección CELARG
  • Se crea el Premio Armando Reverón en el Salón Oficial. Este galardón, ideado por sus amigos, contó con el patrocinio de la Creole Petroleum Corporation. Este año lo gana el pintor Marcos Castillo con su obra Reposo.
  • Se crea asimismo el Premio Rotary Club, patrocinado por la organización homónima, para pintores venezolanos o extranjeros con más de dos años de residencia en el país que hubieran presentado un paisaje de Caracas o de sus alrededores o una pieza que representara alguna costumbre típicamente caraqueña. En esa ocasión el premio recae sobre Alberto Fessler.
  • Se realiza la XIII edición del Salón Michelena. Premio Arturo Michelena: Régulo Pérez; Premio Andrés Pérez Mujica: Braulio Salazar; Premio Antonio Edmundo Monsanto: Ramón González; Premio Antonio Herrera Toro: Martín Durbán; Premio Emilio Boggio: Desierto: Premio Club de Leones: Sócrates Escalona; Premio Cuatricentenario: Elisa Elvira Zuloaga y Premio Rotary Club: Raúl Viaan y José Montenegro.
  • VII Salón Planchart: Primer Premio: Manuel Quintana Castillo; Segundo Premio: Guillermo Heiter; Tercer Premio: Gabriel Bracho; Cuarto Premio: Pedro Ángel González.
  • En la II edición del Salón D’Empaire, en Maracaibo, resultan ganadores Rafael Sylva Moreno, Manuel Espinoza y Víctor Valera. Guillermo Heiter, Virgilio Trómpiz y José Requena reciben menciones honoríficas. Alberto Egea López ganó el Premio Dr. José Ortín Rodríguez de la Universidad del Zulia.
  • Se inaugura el I Salón Julio T. Arze en Barquisimeto. Rafael Monasterios obtiene el Primer Premio.
  • En la Ciudad Universitaria Mateo Manaure realiza un mural con planchas en metales pulidos para el Edificio de la Facultad de Ciencias y Víctor Valera crea los murales para la Facultad de Humanidades y Educación y la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas.

    Víctor Valera: Mural para la Facultad de Humanidades y Educación
    Ciudad Universitaria de Venezuela
  • El Ateneo de Valencia realiza la «Exposición Internacional de Pintura» con motivo del Cuatricentenario de la Ciudad, organizada desde París por Oswaldo Vigas. Obras de Picasso, Léger, Magritte, Herbin, Lam, Appel y otros artistas internacionales son exhibidas junto a las de artistas venezolanos. Pascual Navarro ya alejado del abstraccionismo obtiene el Gran Premio para Pintores Venezolanos. Alfredo Manessier, fránces, obtiene el galardón internacional.

  • Jesús Soto es incluido, junto a Yaacov Agam, Pol Bury, Alexander Calder, Marcel Duchamp, Jean Tinguely y Víctor Vasarely en la exhibición «Le Mouvement» (El Movimiento) en la Galería Denise René de París, lo cual marca el inicio del arte cinético.

    Exposición «Le Mouvement»
  • Carlos Cruz-Diez viaja a París y visita la exposición «Le Mouvement» de la galería Denise René.
  • Carlos González Bogen retorna a Europa donde permanecerá hasta 1959.
  • Alejandro Otero comienza la crear sus Coloritmos.

    Alejandro Otero.
    Estudio para Coloritmo N° 1
    Col. FMN/GAN, Caracas
  • Exposición retrospectiva de Armando Reverón en el Museo de Bellas Artes, organizada por Alfredo Boulton. Se muestran más de 400 obras.
  • Exposición de Carlos Cruz-Diez en el Museo de Bellas Artes.
  • Exposiciones individuales de Wifredo Lam y Alexander Calder en el Museo de Bellas Artes.
  • Omar Carreño es el único artista latinoamericano en ser incluido en la exposición «La síntesis de las artes» organizada por Le Corbusier en Aix-en Provence, Francia.
  • El Ateneo de Valencia realiza la «Exposición Internacional de Pintura» con motivo del Cuatricentenario de la Ciudad, organizada desde París por Oswaldo Vigas. Obras de Picasso, Léger, Magritte, Herbin, Lam, Appel y otros artistas internacionales son exhibidas junto a las de artistas venezolanos. Pascual Navarro ya alejado del abstraccionismo obtiene el Gran Premio para Pintores Venezolanos. Alfredo Manessier, fránces, obtiene el galardón internacional.
  • Comienza la construcción de la Urbanización 2 de Diciembre, actualmente 23 de Enero.

    Urbanización 2 de diciembre (hoy, 23 de enero)
  • Luisa Richter, Gabriel Morera y Colette Delozanne se radican en Venezuela.

    Colette Delozanne
    Foto: Katherine Chacón

Algunos artistas activos en 1955:
Lourdes Armas: Pueblo –Col. FMN-GAN–
Pascual Navarro: Sin título (Figura) –Col. FMN-GAN–
Víctor Valera: Circulado sin fin –Col. FMN-GAN–
Oswaldo Vigas: Objeto mágico –Col. FMN-GAN–
Alejandro Otero: Estudio para Coloritmo 1 –Col. FMN-GAN–



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1956
  • Se realiza la XVII edición del Salón Oficial Anual de Arte Venezolano. El Premio Nacional de Pintura fue otorgado a Armando Lira por sus piezas Pascual Bailongo de Curiepe y Quebrada de Catuche; el Premio Nacional de Escultura fue declarado desierto. El Premio Nacional de Artes Aplicadas fue otorgado a Haluna Mazepa de Koval. Premio Antonio Esteban Frías: Armando Barrios. Premio Arístides Rojas: Bárbaro Rivas. Premio José Loreto Arismendi: Gabriel Marcos. Premio Federico Brandt: Graziano Gasparini. Premio Armando Reverón: Pedro Ángel González. Premio John Boulton: Manuel Quintana Castillo; Premio Rotary Club: Manuel Cabré. Premio Roma: Gabriel Marcos. Premio Antonio Herrera Toro: Elisa Elvira Zuloaga. Premio Ars: Abilio Padrón. Premio Henrique Otero Vizcarrondo: Luis Guevara Moreno.
  • En la Ciudad Universitaria Víctor Valera realiza murales para la Facultad de Humanidades y Educación, la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas y la Facultad de Arquitectura y Urbanismo. Mateo Manaure, Miguel Arroyo y Alirio Oramas crean murales para la Facultad de Arquitectura y Urbanismo y Alejandro Otero ejecuta las policromías de las fachadas del mismo edificio. Braulio Salazar realiza un vitral para el Auditorio de la Antigua Escuela de Enfermeras. Francisco Narváez crea el mural del Instituto Botánico y una escultura de madera para el despacho del Decano de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo.

    Miguel Arroyo: Mural para la Facultad de Arquitectura y Urbanismo
    Ciudad Universitaria de Caracas
  • Se realiza el XIV Salón Arturo Michelena. Premio Arturo Michelena: Braulio Salazar; Premio Andrés Pérez Mujica: Francisco Carretero; Premio Antonio Edmundo Monsanto: Rafael Pérez; Premio Antonio Herrera Toro: Virgilio Trómpiz; Premio Emilio Boggio: Marcos Castillo; Premio Club de Leones: Esteban Villaparedes; Premio Invega: Luis Guevara Moreno; Premio Rotary Club: Simón Hernández y Marcos Castillo.
  • VIII Salón Planchart: Primer Premio: Guillermo Heiter; Segundo Premio: Pedro Ángel González; Tercer Premio: Carlos Cruz-Diez; Cuarto Premio: Héctor Poleo.
  • III edición del Salón D’Empaire de Pintura en Maracaibo. Víctor Valera, Oswaldo Vigas y Luisa Paalen obtienen los tres primeros premios. Lía Bermúdez, entre otros, gana una mención honorífica. Francisco Hung se hace acreedor del Premio Estímulo del Centro de Bellas Artes para jóvenes zulianos.
  • Se realiza el II Salón Julio T. Arze en Barquisimeto. El fotógrafo y pintor tocuyano Octavio Alvarado obtiene el Primer Premio.
  • Pedro Briceño viaja a Europa, donde permanecerá dos años.

    Pedro Briceño
  • Armando Barrios es nombrado director del Museo de Bellas Artes.
  • Santiago Poletto es nombrado director de la Escuela de Artes Plásticas y Aplicadas de Caracas.
  • Enrique Sardá viaja a Europa.
  • Héctor Poleo se hace merecedor del Premio Adquisición Galería Internacional de Arte moderno en la XXVIII Bienal de Venecia.
  • Se inaugura la Sala Mendoza con una exposición retrospectiva de Emilio Boggio.
  • Jesús Soto expone en la Galería Denise René de París.

    Jesús Soto
  • Pascual Navarro expone en la Galería Clan de Madrid.
  • Gerd Leufert exponen el Instituto Cultural Venezolano Francés y en la Librería Cruz del Sur.
  • Armando Lira expone en el Museo de Bellas Artes.
  • Exposición de Salvador Valero en el CBA de Maracaibo.
  • Mateo Manaure expone en el Museo de Bellas Artes.
  • «Bárbaro Rivas. Exposición retrospectiva 1926-1956» en el Museo de Bellas Artes.

    Bárbaro Rivas: Domingo en El Llanito, 1956
    Colección FMN/GAN, Caracas
  • Se crea el grupo literario Sardio, donde también participan Carlos Contramaestre, Alberto Brandt, Mateo Manaure, Domingo Álvarez, Jorge Castillo, Manuel Quintana Castillo y Omar Carreño.
  • El Museo de Arte Moderno (MoMA) de Nueva York adquiere el Coloritmo N° 1 de Alejandro Otero.
  • Nacen Nan González y Luis Lizardo en Caracas.

    Nan González

Algunos artistas activos en 1956:
Gabriel Bracho: Cota 905 –Col. FMN-GAN–
Manuel Quintana Castillo: Tejedora de nubes –Col. FMN-GAN–
Bárbaro Rivas: La casa del pintor –Col. FMN-GAN–
Ramón Vásquez Brito: Abstracción –Col. FMN-GAN–
Carlos Cruz-Diez: El vitral de Masnou –Col. FMN-MAM–
Mario Abreu: Selva amazónica –Col. FMN-GAN– 



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1957
  • La edición XVIII del Salón Oficial Anual de Arte Venezolano tuvo como resultado: Premio Nacional de Pintura: Armando Barrios por un conjunto de obras en la que estaban Dos Figuras, Una dama y Figura. Premio Nacional de Escultura: Eduardo Gregorio por su pieza Niña con perro. Premio Nacional de Artes Aplicadas: Cristina Merchán por un conjunto de cerámicas. Premio José Loreto Arismendi: Jacobo Borges. Premio Armando Reverón: Luis Guevara Moreno, Premio John Boulton: Alejandro Otero. Premio Antonio Herrera Toro: Luis Alfredo López Méndez. Premio Puebla de Bolívar: Omar Carreño. Premio Henrique Otero Vizcarrondo: Régulo Pérez. Premio Ars: Gladys Doeste. Premio Rotary Club: Bethania Uzcátegui. Premio Roma: Antonio José Dávila.

    Armando Barrios. Planchadoras
    Col. FMN/GAN, Caracas
  • Este año se crea el Premio Puebla de Bolívar en el Salón Oficial, patrocinado por la Sra. M. Guzmán de Frutos de la Riva Careaga. Lo obtiene Omar Carreño.

    Omar Carreño
  • XV edición del Salón Arturo Michelena: Luis Guevara Moreno gana el Premio Arturo Michelena y Milos Jonic el Andrés Pérez Mujica. Régulo Pérez obtiene el Premio Antonio Edmundo Monsanto, Esteban Villaparedes del Antonio Herrera Toro y Luis Eduardo Chávez el Emilio Boggio. Premio Rotary Club: Mariano Juanipa y Rosa Oliveros. Premio Club de Leones: José Luis Bonilla.
  • IX edición del Salón Planchart: Primer Premio: Marcos Castillo; Segundo Premio: Pascual Navarro; Tercer Premio: María Tallian; Cuarto Premio: Manuel Cabré.
  • VI edición del Salón D’Empaire de Pintura. Manuel Quintana Castillo obtiene el Primer Premio. Enrique Sardá y Guillermo Heiter ganan el segundo y tercero, respectivamente. Milos Jonic y Renzo Vestrini obtienen menciones honoríficas. Luis Chacón gana el Premio Popular. El Premio Estímulo del Centro de Bellas Artes es otorgado a José Ramón Sánchez y Renzo Vestrini es distinguido con el Premio Energía Eléctrica de Venezuela por su Composición N° 2 y Alejandro Otero obtiene el Premio Venezolana de Cementos por Coloritmo 14 y Coloritmo 22, Lía Bermúdez obtuvo la mención honorífica a este galardón.
  • En la Ciudad Universitaria Jesús Soto realiza Escultura Cinética para la Facultad de Arquitectura y Urbanismo; Alejandro Otero ejecuta las fachadas policromadas para el edificio de la Facultad de Farmacia, Miguel Arroyo el mural de mármol para la Facultad de Arquitectura y Urbanismo, y Omar Carreño las fachadas policromadas del edificio de la Facultad de Odontología.

    Jesús Soto: Escultura cinética
    Ciudad Universitaria de Caracas
  • Rafael Monasterios gana el Primer Premio del III Salón Julio T. Arze, en Barquisimeto.
  • Se produce la polémica sobre el arte abstracto versus el arte figurativo, protagonizada por el escritor Miguel Otero Silva y el pintor Alejandro Otero, a través del El Nacional.
  • Régulo Pérez retorna a Venezuela.
  • Se constituye la Sociedad Amigos del Museo de Bellas Artes.
  • Jesús Soto expone «Peintures cinétiques» en el Palacio de Bellas Artes de Bruselas y «Estructuras cinéticas» en el Museo de Bellas Artes.
  • Oswaldo Vigas expone en el Museo de Arte Contemporáneo de Madrid y en la Galería de Arte Contemporáneo de Caracas. La exposición «Oswaldo Vigas: 1952-1957» se presenta en el Centro de Bellas Artes de Maracaibo, en la Sala Mendoza de Caracas y en el Ateneo de Valencia.

18 de junio de 2016

Geometría como vanguardia* (3/3)

OBRAS EN EXPOSICIÓN. Período contemporáneo



Marcel Floris: S/T, 1975
Colección Mercantil, Caracas


En 1975, y tras haber experimentado con grandes planos de metal, Marcel Floris comienza a realizar estructuras hechas con barras de aluminio suspendidas a las que denominó «móviles». Estas piezas, cuyas partes se movían libremente al paso del aire, permitían sugerir una espacialidad relativa, dada por las líneas en movimiento virtualmente trazadas en el aire por las barras. Asimismo, Floris estaba interesado en introducir el sonido, producido por los choque aleatorios del metal, y el silencio, con el fin de acentuar la incorporación del tiempo y la transformación en la obra. En relación a estos móviles Floris ha escrito: «Traté de sintetizar el espacio, de subrayar las relaciones cambiantes entre las líneas en movimiento, de acentuar la ambigüedad de ciertas conexiones entre ángulos, planos, masas y líneas, de integrar el sonido, el tiempo y la luz, para sugerir el movimiento virtual y generar la trasmutación de realidades en apariencias»[1]. La poética de Floris está envuelta dentro de lo que podríamos llamar un humanismo místico, en el que las delicadas sensaciones generadas por sus móviles, tienen como finalidad «recobrar un refugio de poesía, meditación y paz»[2].


Gego: Esfera 2, 1976
Colección Mercantil, Caracas

La producción de las «esferas» fue comenzada por Gego alrededor de 1974 estimulada por sus estudios de la geometría. Estas esferas, así como otras series –los «troncos», por ejemplo–, han sido creadas a partir de una retícula que tiene como base el triángulo, cuyo desarrollo espacial es variable. Según Iris Peruga, las esferas surgen de los estudios sobre los cuerpos geométricos llevados a cabo por Gego con sus alumnos del Instituto de Diseño, donde se indagaban «las relaciones entre ellos con el fin de crear formas almacenables»[3]. De hecho estas esferas fueron exhibidas en la exposición del Museo de Arte Contemporáneo de Caracas (1977) dispuestas formando «montones» en la sala. Posiblemente de allí surja la idea de crear esferas unitarias colgantes, que en la transparencia de su retícula permiten ser penetradas por la mirada del espectador.


Pedro Tagliafico: S/T, 1976
Colección Mercantil, Caracas

A mediados de la década de 1970, años que marcan los inicios de su carrera, Pedro Tagliafico realiza una muestra de su trabajo en el Museo de Ciudad Bolívar, Correo del Orinoco. Esta muestra, que se tituló «Diseños», estuvo integrada por piezas en las que el artista parecía dirigirse a los mecanismos primarios del acto de diseñar. En S/T, realizada en esta época, se evidencia la asociación a las poéticas minimalistas presente en el trabajo de Tagliafico, dada por la supresión de lo accesorio y por un acercamiento ascético a los elementos fundamentales del dibujo. La estructuración cuadricular del papel, el empleo del lápiz como instrumento por el cual se obtienen diversas gradaciones, y el esbozo de serialidad, nos llevan a tornar la mirada y el pensamiento, en un acto casi poético de humildad técnica, a la grafía, la escritura, el trazo, el dibujo y el arte mismo, en un desnudamiento de los procesos plásticos asociados a las técnicas de creación. 


Oscar Pellegrino: Seminario, 1988
Colección Mercantil, Caracas

El trabajo de Oscar Pellegrino está caracterizado por la asunción emotiva del acto de pintar, verificada, en una primera etapa de su obra madura (de 1984 a 1987, aproximadamente), en un ataque casi feroz al lienzo, dado por la espesura de la materia pictórica, un uso insistente en el collage, y, sobre todo, por la rasgadura. El artista comienza en 1987 a trabajar en algunas piezas que tienen como base estructural la cuadrícula. En éstas, el aparente rigor de la geometría se convierte en espacio calladamente expresivo, en obras de textura delicada y de un cromatismo no contrastante, cercano a la monocromía. Seminario pertenece a este período (que va de 1987 a 1991, año del fallecimiento del artista) que podríamos llamar de sosiego y que se expresa en el abandono de las texturas extremas y el repliegue en las calidades pictóricas. 


Gego: Tejedura (90/32), 1990
Colección Mercantil, Caracas

Según sus más recientes investigadores, Gego siempre sintió interés por el arte del tejido, pero es en 1990 cuando utiliza el sistema de trama y urdimbre como técnica en su propia obra, realizando las llamadas «tejeduras», pequeñas piezas en las que se vincula su interés por la red como estructura y lo lúdico, o delicadamente precario. Las tejeduras no fueron elaboras «con hilo ni con alambres, sino con papel, cortando finas tiras de sus propios grabados y de revistas ilustradas, utilizando con frecuencia las tiras doradas de las cajas de cigarrillos...»[4]. Esta tejedura es la 32ª realizada por Gego en 1990, correspondiendo su título a la nomenclatura usada por la artista para clasificar su trabajo.

Eugenio Espinoza: Sudario, 1991
Colección Mercantil, Caracas

La obra de Eugenio Espinoza es, sin duda, una de las propuestas más significativas dentro del panorama de las artes visuales venezolanas de las últimas décadas, ya que se comporta como un manifiesto visual que deja entrever la plena conciencia del artista acerca de la crisis que envuelve los ámbitos de la representación artística. En este sentido, Espinoza hace reiteradas alusiones a los síntomas que dejan entrever esta crisis y a los signos visuales en que se manifiesta. En Sudario, los grandes planos verticales de filiación geométrica que cuelgan conformando un primer plano perceptivo de la obra, actúan como un velo tras el que se esconde –o cuyos intersticios dejan ver– un gran plano negro sobre el que se han estampado, con rodillo, arabescos blancos, aludiendo la manera como se solían decorar las paredes interiores de las viviendas populares años atrás. El artista nos hace partícipes de una reflexión sobre el gusto y el «mal gusto», y las múltiples hibridaciones que en el ámbito de la visualidad contemporánea tienen lugar, y que complejizan notoriamente el acercamiento crítico a estas nociones. De allí que Espinoza defina su pintura como «un antídoto contra el mal gusto y sus aberraciones domésticas», en un acto que «busca neutralizar la proyección egocéntrica del nuevo amante del arte»[5].


Sigfredo Chacón: Pintura plastificada # 1 y # 2, 1992
Colección Mercantil, Caracas

Aunque los elementos formales de los que se vale tienen una filiación geométrica, la obra de Sigfredo Chacón toma una vía contraría a la tradición de la pintura abstracta, e intenta, más bien, descomponer a través de un acercamiento irónico, los elementos en que se basa esta tradición. La retícula aparece como una base formal sobre la que el artista dispone, organizadamente, el pigmento, haciendo una alusión directa a la geometría fría y a sus búsquedas. En Pintura plastificada #1 y #2, la «pureza» del color que caracterizó al geometrismo, es alterada al introducir tonos «sucios», y la gruesa textura producida por la resina que recubre la obra insiste en su diferenciación de los limpios planos de color que son usuales en las obras de estos movimientos. Esta confrontación entre espacio ordenado (retículas, líneas, formas geométricas) casi desdibujado en el soporte, y la gran carga matérica de los empastes de pintura y resina, genera una tensión entre orden y caos, construcción y expresión, en la que puede entreverse el cuestionamiento de la pintura y sus fórmulas, en una especie de desnudamiento de las estrategias asociadas a la estructuración del espacio pictórico y a la expresividad de la materia.

Pedro Fermín: Tensiones variables, 1998
Colección Mercantil, Caracas

La obra de Pedro Fermín es heredera de la vía del conceptualismo interesada en desarticular los procesos de percepción de la obra de arte a través de una indagación –que podríamos calificar como «minimal»– en los elementos que se comportan como unidades perceptuales. De allí, el resultado formal de su trabajo, revestido de un ascetismo que no permite digresiones. Tensiones variables forma parte de una serie de polípticos en los que el artista indaga en torno a las fuerzas perceptivas producidas por planos direccionales y las relaciones que éstos activan en el espacio envolvente, intersticial y virtual. Estas piezas también incluyen el color como elemento capaz de caracterizar estas tensiones, enriqueciendo, por una parte, el entramado de relaciones perceptuales que genera la obra, y por otra, desarticulando los basamentos mismos en que estas relaciones se producen.

Héctor Fuenmayor: 
Configuración cruzada con tablillas, 1998
Colección Mercantil, Caracas

Configuración cruzada con tablillas de Héctor Fuenmayor es una pieza en la que el autor parece introducirse en los mecanismos de creación que constituyeron obsesiones plásticas para las estéticas modernistas asociadas al geometrismo, desenmascarando los mitos formales sobre los que éstas subyacen y develando su agotamiento. En primer lugar, retoma el formato medio, característicos de los abstracto-geométricos y emulándolos, construye una estructura en base a planos rectangulares que al converger, forman una configuración de cruces sobre el fondo. Esta apropiación del lenguaje de la geometría abstracta logra subvertir la estructura «lógica» de la forma sobre el fondo, ya que la obra está concebida como una monocromía, en la sólo las muy sutiles diferencias de textura y saturación dada a los diversos planos rectangulares, permiten hacer discernible la estructura.

Magdalena Fernández: Helecho, 1998
Colección Mercantil, Caracas

Dentro del panorama actual de nuestras artes plásticas, la obra de Magdalena Fernández, como fenómeno, tienen implicaciones muy interesantes; por una parte, porque surge imbuida en una estética solitaria, por otra, porque no puede negar su pertenencia a una tradición que la emparenta con nuestros maestros de la geometría histórica y, sobre todo, del cinetismo. En este sentido, el trabajo de Fernández actualiza lo geométrico desde una perspectiva que abarca el encanto por los elementos puros y la limpidez del acabado, una dicción que la acerca a lo tecnológico, y el empeño de involucrar al espectador, pero dentro de una atmósfera menos racional y más dada a lo sensorial y poético, que no pocas veces roza lo humorístico y lo placentero. Helecho, parte de este acercamiento particular a los elementos básicos de la expresividad plástica, como la línea, dentro de una estructura que ronda lo simétrico, desde una axialidad orgánica. Es una pieza que, en su impulso radicalmente renovador, verifica su filiación con algunos trabajos de Soto y, sobre todo, con la «calidez» geométrica de Gego.

José Gabriel Fernández: El espejo herido, 1998
Colección Mercantil, Caracas

La obra de José Gabriel Fernández encuentra sus hilos temáticos en la simbología asociada a los mitos antiguos. En El espejo herido, el artista alude directamente a la faena del toreo, considerada por él como un ritual que metaforiza la fatalidad y la tragedia que envuelve toda existencia. Para ello, Fernández utiliza un capote de torero –instrumento que le sirve al matador para retar al toro y realizar los «pases», especie de danza celebratoria de la vida, la belleza y la muerte– en el que ha atravesado, en orden serial, pequeños clavos de hierro, cuya forma nos remite al estoque, o espada con la que el matador realiza la suerte de matar al toro. Aunque su obra se nutre de la tradición conceptual, Fernández se considera un artista atado a lo formal en un sentido clásico. En estas obras que tienen como tema la muerte y su imaginario mítico, el artista tiende a resoluciones que podríamos definir como abstractas: enfatiza el volumen casi escultórico del capote al suprimirle el color; y activa visual y táctilmente la tela con los pequeños estoques que se ordenan de manera serial y que, sin embargo, otorgan una metafórica al tejido. 



Notas
[1] En: Galerie Lahumière: Marcel Floris, París, Marzo, 1990, pp. 34-35. Traducido del inglés por Katherine Chacón.
[2] Ibídem
[3] Ver: PERUGA, Iris: «Gego. El prodigioso juego de crear». En: Museo de Bellas Artes: Gego, 1955-1990, Caracas, 2000, Cat. N° 985, p. 47.
[4] Ver: PERUGA, Iris: «Gego. El prodigioso juego de crear». En: Museo de Bellas Artes: Gego, 1955-1990, Caracas, 2000, Cat. N° 985, p. 75.
[5] Eugenio Espinoza en: Museo Alejandro Otero: Transatlántica. The America-Europa non representativa, Caracas, 1995, p. 44.


*Estos textos fueron originalmente publicados en el catálogo de la exposición «Geometría como vanguardia. Colección Banco Mercantil» curada por mí y realizada por la Fundación Banco Mercantil. La exposición fue exhibida en el Museo de Arte Moderno Jesús Soto (Ciudad Bolívar, Venezuela, febrero 2001), el Museo de Barquisimeto (Venezuela, junio, 2001), el Museo de Arte Contemporáneo del Zulia (MACZUL) (Maracaibo, Venezuela, octubre 2001) y el Museo Alejandro Otero (Caracas, Venezuela, febrero, 2002). 
El catálogo razonado recoge también un ensayo preliminar y el análisis de las piezas del período geométrico presentes en la exposición, así como las síntesis biográficas de los artistas representados en la muestra.



© Katherine Chacón

Geometría como vanguardia* (2/3)

OBRAS EN EXPOSICIÓN. Período geométrico


Piet Mondrian: 
Classic Drawing N° 7, Trafalgar Square, 1939-1943
Colección Museo de Arte Moderno Jesús Soto, Ciudad Bolívar

La estética ascética de Mondrian, que buscaba evadir cualquier rasgos de sensualidad en el cuadro, se refleja en este pequeño pero significativo dibujo. El esbozo de una cuadrícula no es más que el resultado de la reiteración en los elementos que constituyeron los vocablos esenciales del lenguaje de Mondrian: las líneas rectas verticales y horizontales. No obstante, el trazo del creyón sobre el papel, a manera de boceto, otorga a esta pieza una calidad menos rigurosa, que se ve acentuada por su carácter inconcluso.

Víctor Vasarely, Kaba, 1950
Colección Mercantil, Caracas

Kaba fue realizada en 1950 y está inscrita dentro de la producción de Víctor Vasarely conocida como el «estilo de Gordes», surgido a partir de una estancia del artista en el pequeño pueblo de Gordes (Aix-en-Provence, Francia) en 1948. Este estilo, aunque simultáneo a otros momentos precinéticos de Vasarely, como el Denfert o el Belle-Isle, será el más importante para el desarrollo posterior de su trabajo, debido a la asunción de la geometría como un tema en sí mismo, que aquí se actualiza. Los estudios sobre la forma plana y su capacidad de reversibilidad espacial, se hallan en la base conceptual de las obras de esta etapa. Estas preocupaciones engloban el problema de la representación de las formas tridimensionales y su proyección en el plano bidimensional, con miras a abandonar la concepción perspectívica tradicional. Son características de este período las obras realizadas en blanco y negro, y la interacción de amplios planos geométricos con formas verticales muy delgadas y puntiagudas.


Pascual Navarro: Estudio, 1950
Colección Mercantil, Caracas

Este Estudio fue realizado en 1950, año en el que Pascual Navarro opta por la abstracción geométrica. El artista había llegado becado a París en 1947 tras obtener el Premio Federico Brandt en el VIII Salón Oficial Anual de Arte Venezolano. Aunque hasta entonces había trabajado dentro de la figuración, se vincula a los grupos abstractos de tendencia lírica. Será en 1950 cuando se una a Los Disidentes y comience sus indagaciones en torno al geometrismo. Podría considerarse entonces 1950 como un año de transición entre ambas corrientes del abstraccionismo. Así parecen subrayarlo las preocupaciones que dejan traslucir las obras realizadas este año, las cuales evidencian tensiones dadas por el explosivo ritmo de la composición expresionista y el intento de refrenarlo. Algunas pinturas, por ejemplo, están realizadas con gruesas pinceladas que aunque describen cierto geometrismo, no logran evadir el sentido expresivo del trazo. Por ello, el collage de papel recortado le otorga al artista la posibilidad de desvincularse de la expresividad del gesto y la materia. No obstante, como se aprecia en este Estudio, el ritmo dado por las formas geométricas alargadas que actúan como líneas de fuerza, hace a esta composición cobrar un dinamismo inusual dentro de la corriente.


Luis Guevara Moreno: S/T, 1950
Colección Mercantil, Caracas

Luis Guevara Moreno llega a París en 1950, tras un breve paso por Nueva York en el que tuvo la oportunidad de conocer la obra de Mondrian. En la capital francesa, Guevara Moreno comienza a trabajar bajo la influencia del maestro holandés y los estudios de la forma derivados del cubismo sintético que había llevado a cabo en Caracas. Realiza entonces obras –como S/T– estructuradas por líneas rectas diagonales y ortogonales que propician la intersección de planos de color, evidenciando preocupaciones que se dirigen a la construcción del espacio pictórico. Las pinturas de esta etapa podrían situarse como antecedentes directos de los llamados «cuadros objetos» o «coplanales», obras en las que el artista intentó superar las limitaciones espaciales del cuadro. 

Alejandro Otero: Tela E, 1950
Colección Mercantil, Caracas

Tela E pertenece a la serie de «Líneas inclinadas» o «Líneas coloreadas sobre fondo blanco» realizada por Alejandro Otero entre 1950 y 1951. Estas obras fueron la consecuencia plástica de un proceso de síntesis paulatina que se deriva de la serie de Las Cafeteras, en el que Otero va deconstruyendo el objeto en el espacio, dando como resultado «telas ... casi vírgenes, surcadas apenas por dos o tres líneas rojas, azules y amarillas, con alguno que otro empaste blanco cubriendo parte de la impoluta superficie»[1]. En estas piezas el espacio es el elemento constructivo principal, pues se materializa y se hace palpable, plástico. El color y la línea, conforman este espacio, que según las variaciones en sus relaciones, cobra características propias en cada pieza. Las Líneas coloreadas sobre fondo blanco, constituyen, para algunos críticos, la síntesis máxima y la máxima expresión de las indagaciones de Otero en torno a al línea, el color y el espacio, y pueden considerarse el definitivo salto del artista al lenguaje abstracto.

Carlos González Bogen: 
Composición sin título, 1952
Colección Mercantil, Caracas

Carlos González Bogen fue uno de los más destacados representantes de la corriente abstracto-geométrica del país, desplegando además una intensa actividad como promotor y difusor del geometrismo en Venezuela. Su obra pareciera nutrirse directamente del suprematismo, sobre todo por su gusto por la decantación extrema de los elementos compositivos, la austeridad formal y el empleo de un lenguaje regido por el rigor de la pureza. Composición sin título evidencia el afán ascético del artista que lo lleva a evadir la utilización de formas geométricas identificables como el triángulo o el cuadrado, en las cuales ve una carga de significación extraplástica. El artista crea entonces un lenguaje de formas inéditas con miras a lograr una obra donde lo importante sea el establecimiento de relaciones puras basadas en principios matemáticos, así como la tensión que se genera de estas relaciones.


Víctor Valera: Composición geométrica, 1953
Colección Mercantil, Caracas

Víctor Valera viaja a París en 1951. Allí se adhiere a los grupos abstracto geométricos, trabajando por algún tiempo en el taller de Víctor Vasarely. Las preocupaciones de Valera en esta época estaban dirigidas al estudio de las relaciones del espacio con la forma y el color. En este sentido, realiza sus primeras composiciones «seriales», donde incorpora sobre un plano monocromo pequeños puntos o cuadrados de diversos colores, dispuestos de manera de lograr una superficie de gran dinamismo. Composición geométrica está inscrita dentro de estas búsquedas en las que el interés por la escritura musical contemporánea, por el grafismo de los signos musicales, también se deja entrever. 


Jesús Soto: Estructura cinética de elementos geométricos, 1955
Colección Mercantil, Caracas

Como «Estructuras cinéticas de elementos geométricos» denominó Jesús Soto a una serie de obras en las que se confrontaban dos planos, uno de madera y otro de plexiglás, sobre los que el artista había estampado una suerte de entramado de rejillas de líneas dispuestas en diversas direcciones. Desde 1953 Soto había introducido el plexiglás en piezas como Dos Cuadrados en el espacio y Evolución, concibiendo «la caja», fórmula de expresión del espacio que, como señalara Alfredo Boulton, revolucionaría las artes plásticas. Las Estructuras cinéticas de elementos geométricos derivan de estas primeras cajas, que reiteraban en el desplazamiento de la forma, pero en donde la participación del espectador estaba apenas en germen. Piezas como las que nos ocupa, en cambio, requieren de la participación –el desplazamiento– del espectador para activarse como un campo de cambios formales y espaciales dados a nivel retiniano, gracias a la superposición de planos de percepción que permite la transparencia del plexiglás.

Alejandro Otero: 
Coloritmo 4, 1954
Colección Mercantil, 
Caracas

Alejandro Otero realizó setenta y cinco coloritmos. Cada uno de ellos despliega, en su aparente uniformidad, una compleja estructura, un juego de color-y-ritmo proveniente de un ejercicio sintético de búsqueda de valores y relaciones esenciales. Las características de los coloritmos variaron a través de los años, evidenciando una profundización plástica en torno a los problemas del espacio, el color y la línea. El Coloritmo 4, corresponde a la primera etapa de realización, en la cual las formas geométricas que están dispuestas entre las bandas paralelas son, en comparación con coloritmos posteriores, muy evidentes y diferenciables, constituyendo planos intermedios entre el primer plano y el fondo.

Mateo Manaure: 
El negro es un color, 1956
Colección Mercantil, Caracas

En 1949 y radicado en Europa, Mateo Manaure se interesa por la abstracción geométrica a través de su visita a las diversas exposiciones que sobre arte abstracto se estaban llevando a cabo en el París de la postguerra. Junto a otros artistas venezolanos, funda el grupo Los Disidentes y comienza a trabajar y a difundir el arte abstracto en nuestro país. La línea de lo que podríamos llamar el primer período abstracto de Manaure, deriva directamente del contacto que tuvo en la capital francesa con los grupos asociados al neoplasticismo. La serie El negro es un color, realizada en Venezuela entre 1955 y 1956 y generalmente conformada por tablones verticales de fondo negro, corresponde a las indagaciones de Manaure en torno a las relaciones cromático-espaciales de los colores puros en relación al negro, verificando las posibilidades cromáticas de éste y los cambios que se producen en su carácter respecto a la disposición y forma de los colores asociados. 

Oswaldo Vigas: Composición en blanco y negro, 1956
Colección Mercantil, Caracas

De los artistas venezolanos que se asociaron a la vanguardia geométrica en París a principios de la década de 1950, es Oswaldo Vigas uno de los que se aleja de los lenguajes derivados del neoplasticismo, en pro de una abstracción menos «fría». Vigas venía investigando en la abstracción desde 1943; simultáneamente, y tras la contemplación de la Venus de Tacariguaicono del precolombino venezolano, comienza a interesarse por el arte primitivo. Así, a mediados de la década de 1950, y después de haber realizado sus primeras «brujas», su lenguaje se recoge en signos más simples, yendo abiertamente al abstraccionismo. Sin embargo, aunque el artista había declarado para esta fecha su intención de dirigirse «a una depuración de todo lo que no es indispensable para la composición»[2], el abstraccionismo de Vigas no deja de remitirnos a signos de vinculación ancentral, en trabajos que podrían tener relación con la poética del uruguayo Joaquín Torres-García. La pincelada gruesa, que evidencia la presencia del trazo, los ángulos suaves, la profusión de líneas curvas, el color matizado en busca de crear ciertas texturas, caracterizan las obras de esta época, en donde Composición en blanco y negro se inscribe.

Josef Albers: De la Serie Homenaje al cuadrado, 1957
Colección Museo de Arte Moderno Jesús Soto,
Ciudad Bolívar

La serie «Homenaje al Cuadrado» constituye uno de los trabajos experimentales de Josef Albers más difundidos y conocidos. Realizada por más de veinte años, a partir de la década de los años cincuenta, esta serie reitera las indagaciones de Albers en torno al color. En estas obras el repertorio formal se halla restringido al cuadrado, que se superponen en progresión de escalas, permitiendo que los colores, cuidadosamente calculados y en estrecha interacción, actúen produciendo una percepción alterada de medidas, tonos y relaciones espaciales.

Omar Carreño: Posinega, 1957
Colección Mercantil, Caracas

A su regreso a Venezuela en 1955, Omar Carreño, quien había pasado cinco años en la capital francesa asociado a los grupos artísticos abstracto geométricos, continúa sus indagaciones en obras que denominó «Posinega». Estas piezas revelan una evolución formal respecto a los «Polípticos», obras transformables realizadas y expuestas en París, en las que las búsquedas abstractas se manifestaban a través de líneas multidireccionales dispuestas sobre planos móviles. En los Posinega, se verifica la intención del artista de simplificar al máximo el lenguaje abstracto mediante la supresión de la diagonal para enfatizar la verticalidad lineal, y la eliminación del color como vía para lograr tensiones visuales derivadas de la relación blanco y negro, positivo-y-negativo, noción que da origen al nombre de esta serie.

Víctor Valera: Más es menos, 1957-1999
Colección Mercantil, Caracas

Para 1957 Víctor Valera se encontraba investigando en los problemas asociados al volumen en la escultura. Ese año recibe el Premio Nacional de Escultura por su pieza Aroa, perteneciente hoy a la colección de la Galería de Arte Nacional, y que representa, según palabras del artista, el cambio del punto de partida de su propuesta escultórica anterior, constituida por ensamblajes de elementos metálicos. Con Aroa, nos dice, «comencé a desarrollar el volumen desde sí mismo y no desde el exterior»[3]. Más es menos, tiene características que la acercan a la propuesta de Aroa; aunque nuestra pieza es más corpórea, en tanto las láminas de metal en ella se unen y forman concavidades (en Aroa, en cambio, el espacio se crea a partir de una lámina de metal contorsionada), es evidente el interés del artista por vincular la obra al espacio, permitiendo que el vacío la penetre, logrando un hermoso juego de vacíos, llenos y sinuosidades. En estas piezas, además, Valera logra revelar las posibilidades plásticas del metal, que se vuelve, a los ojos del espectador, en materia dúctil.

Elsa Gramcko: S/T, 1958
Colección Mercantil, Caracas

Lo que la crítica ha venido diferenciando como la etapa geométrica de Elsa Gramcko transcurre desde 1957 a 1960. El abstraccionismo geométrico de esta artista, cuyo temperamento creador tiende más bien a lo intuitivo, memorioso y emocional, tuvo, por estas razones, características muy particulares. Esta obra, S/T, ejemplifica en buena medida el muy personal acercamiento de Gramcko al lenguaje geométrico: en lugar de la madera, la artista prefiere la tela como soporte; los colores, aunque aplicados en planos no matizados, rehuyen el cromatismo vivo de los primarios y secundarios, en favor de tonalidades terciarias y mezclas. Estructuralmente, la obra se basa en un esquema de figura-fondo, en el que las formas se hallan dispuestas sobre un fondo de color plano, permaneciendo alejada de las preocupaciones que en torno al espacio de la obra de arte –y su desestructuración– actualizaba la vanguardia geométrica.


Elsa Gramcko: Máquina, 1958
Colección Mercantil, Caracas

El vocabulario de formas que Elsa Gramcko recreó en su etapa geométrica se diferenció del utilizado por la mayoría de los pintores que trabajaban en esta tendencia. Juan Carlos López ha señalado que en estas formas «generalmente de contornos agudos y con una marcada tendencia a la verticalidad... hay una reminiscencia orgánica que las hace semejantes a huesos, caracoles y otras formas calcáreas»[4]. Máquina es una obra característica de esta etapa, antecedente quizás, de la pieza Sin título (1960) perteneciente a la colección de la Galería de Arte Nacional. En ambas pinturas, la percepción de la estructura de figura-fondo está acentuada por la incorporación de un fondo oscuro y la construcción de un «cuerpo geométrico» que actúa como figura ensamblada o máquina. Este escape de los parámetros formales que caracterizaron al movimiento abstracto geométrico, subraya lo expresado por la artista sobre este período de su trayectoria: «...yo no la considero una pintura abstracta, es demasiado emotiva y con demasiados contenidos interiores»[5].


Alejandro Otero: 
Coloritmo 36, 1958
Colección Mercantil, Caracas

En 1958 Alejandro Otero obtuvo, con el Coloritmo 36, el Premio Nacional de Pintura, en el XIX Salón Oficial Anual de Arte Venezolano. Esta obra es característica de la segunda etapa de realización de los Coloritmos, en la que puede apreciarse un adelgazamiento de las formas geométricas dispuestas tras el entramado de bandas verticales del primer plano. El alargamiento vertical y oblicuo de estas formas, otorga a la composición un delicado dinamismo, sugerido por el contraste de los pequeños acentos cromáticos y las bandas negras. Así, las formas geométricas ya no parecen «flotar» detrás de las bandas verticales –como en la etapa anterior–, pues la relación de casi paralelismo surgida entre estos elementos compositivos –formas y bandas– introduce una tensión, una ambigüedad perceptiva, que revela una concepción espacial más compleja. Las bandas horizontales en la zona inferior y media de la obra, así como incorporación de líneas oblicuas oscuras, contribuyen a subrayar este juego espacial.


Carlos Cruz-Diez: 
Construcción cromocinética, 1959
Colección Mercantil, Caracas

1959 marcó el comienzo de la larga serie de «Fisocromías» realizadas por Carlos Cruz-Diez. Para este entonces, el artista había experimentado con obras asociadas al arte óptico, en las que el color jugaba un papel determinante, y con piezas transformables que demandaban la intervención directa del espectador. En su continuo afán por investigar las propiedades visuales y plásticas del color, el artista había adelantado, entre otras tesis, la de la irradiación cromática, que será crucial para el desarrollo de piezas posteriores. Es en las Fisicromías, serie de la cual Construcción cromocinética devela una filiación, donde Cruz-Diez alcanza un depurado patrón formal que le permite construir un espacio plástico vibrátil y cambiante, debido a los efectos que la estructura de líneas verticales paralelas de diversos colores, característica de estas piezas, produce en relación a la incidencia de la luz y al movimiento del espectador.


Ramón Vásquez Brito: S/T, 1959
Colección Mercantil, Caracas

A diferencia de otros artistas de su generación, Ramón Vásquez Brito se asocia a los lenguajes abstracto-geométricos después de su regreso a Venezuela, tras haber pasado un tiempo radicado en Buenos Aires. Aunque no participó de la disidencia parisina, tomó con mucho entusiasmo las ideas que imperaban sobre la necesidad de renovación cultural del país y sobre todo las ligadas a la integración de las artes, en las que se manifestaba particularmente la necesidad de aliar las artes plásticas a la arquitectura. Vásquez Brito emprende así la realización de tablones horizontales como proyectos de murales que nunca llegaron a realizarse. S/T es una de estas piezas, en las que el artista usaba un registro formal de rectángulos y paralelas, «entre los cuales los planos de color eran un elemento combinatorio de las relaciones de vibración que se establecían sobre un plano general de color blanco»[6].


Jesús Soto: 
Relieve negro y rojo, 1959
Colección Mercantil, Caracas

Hasta 1957 Jesús Soto trabajó en las indagaciones espacio-visuales dadas por las Estructuras cinéticas de elementos geométricos. A partir de 1958 el artista comienza a experimentar con otros materiales, sustituyendo el plexiglás por entramados de alambres retorcidos irregularmente, los cuales eran dispuestos sobre superficies de textura rugosa rayadas vertical u horizontalmente. Algunas de estas piezas han sido tituladas «Vibraciones» debido al intenso efecto visual que produce el contraste entre el «barroquismo» del elemento metálico y el fondo estructurado. Boulton califica este momento de búsqueda expresiva, como relevante para la producción posterior de Soto, puesto que a partir de estas obras (y las aún más barrocas presentadas en la «Exposición Bewogen Bewegign» de Amsterdam, 1961), se da «el verdadero y efectivo comienzo del desbordamiento espacial de las estructuras»[7].

Elsa Gramcko: R-32, 1960
Colección Mercantil, Caracas

R-32 es una obra de transición entre la etapa geométrica de Elsa Gramcko y su obra posterior, creada dentro de una poética informal. Las obras de transición se caracterizan por presentar una gran figura geométrica como elemento central de la composición y un creciente interés por las texturas. De hecho, la artista comienza a experimentar, mezclando los pigmentos con materiales como el aserrín, la tierra o la arenilla, como en este caso, con la finalidad de dar mayor cuerpo y densidad matérica al color.

Notas
[1] BALZA, José: Alejandro Otero, Olivetti, Milán, 1977, p. 46
[2] DIEHL, Gastón: Oswaldo Vigas, Armitano Editores, Caracas, 1990, p. 58.
[3] Entrevista a Víctor Valera realizada por María Luz Cárdenas en: Museo de Arte Contemporáneo de Caracas: Víctor Valera. Esculturas. 1954-1984, Caracas, 1984, Cat. 65, p. 10.
[4] Juan Carlos López Quintero: «Elsa Gramcko. Una alquimista de nuestro tiempo» en: Galería de Arte Nacional: Elsa Gramcko. Una alquimista de nuestro tiempo. Muestra Antológica 1957-1978, Caracas, 1997, p. 18.
[5] Entrevista con Elsa Gramcko realizada por Miguel Miguel y Margot Römer, el 2 de septiembre de 1976. Citado en Ibídem.
[6] RODRÍGUEZ, Bélgica: La pintura abstracta en Venezuela. 1945-1965, Maraven, 1980, p. 142.
[7] BOULTON, Alfredo: Soto, Ernesto Armitano Editores, Caracas, 1973, p. 50.


*Estos textos fueron originalmente publicados en el catálogo de la exposición «Geometría como vanguardia. Colección Banco Mercantil» curada por mí y realizada por la Fundación Banco Mercantil. La exposición fue exhibida en el Museo de Arte Moderno Jesús Soto (Ciudad Bolívar, Venezuela, febrero 2001), el Museo de Barquisimeto (Venezuela, junio, 2001), el Museo de Arte Contemporáneo del Zulia (MACZUL) (Maracaibo, Venezuela, octubre 2001) y el Museo Alejandro Otero (Caracas, Venezuela, febrero, 2002). 
El catálogo razonado recoge también un ensayo preliminar y el análisis de las piezas contemporáneas presentes en la exposición, así como las síntesis biográficas de los artistas representados en la muestra.



© Katherine Chacón