22 de octubre de 2015

Pedro Fermín*


En 1996 Pedro Fermín expuso una serie de trabajos en la Sala Experimental del Museo de Bellas Artes de Caracas. Esa muestra se tituló «Lo no pictórico», nombre que aludía no sólo al abandono que había hecho el artista de la pintura, sino a su incursión en la creación de una obra reflexiva en torno al espacio como un elemento primario de la experiencia que implica el habitar el mundo físico. Por medio de formas, volúmenes y materiales simples, Fermín ocupaba el entorno, promoviendo un ir más allá de la mirada habitual y, por ende, la emergencia de una elocuencia inusitada del vacío. Pero no era ésta en ningún modo una propuesta formalista o minimal, aunque las soluciones a nivel plástico así lo sugiriesen. Era, más bien, una indagación en donde lo intuitivo y el conocimiento adquirido de manera independiente por parte del artista, conformaron un planteamiento muy riguroso de problemas relativos al espacio y al modo como éste se manifiesta en nuestros universos físicos y mentales, a través de la ocupación volumétrica y las dinámicas que esta irrupción suscita.
El espacio físico es el mar en el que nos desenvolvemos. Su presencia invisible en tan consustancial a nuestra existencia, que damos por sentado que lo conocemos y que los sistemas que hemos erigido para su representación, dan cuenta cabal de su cualidad. Olvidamos frecuentemente que este ser-en-el-espacio determina profundamente nuestra percepción, la manera como pensamos e imaginamos, e incluso, los modos como nos concebimos ontológica y trascendentemente. Así, el espacio no es únicamente ese elemento inasible que nos rodea, sino que es, también, un ámbito interior, una concepción mental y, acaso, un estadio espiritual.


Por otra parte, el espacio es sutil. No vemos ni tocamos el vacío, sino cuando se manifiesta delicadamente a través de lo etéreo —un olor, el viento, el frío—  o por medio de la relación dialéctica que establece con los cuerpos que contiene. El vacío existe porque existe lo lleno y viceversa.
Los problemas relativos al espacio y a cómo éste se hace presente a través de su relación con las formas y los volúmenes, se hallan en la base de toda la obra de Pedro Fermín. Si bien a partir de «Lo no pictórico» el artista aborda la ejecución tridimensional, su trabajo anterior, realizado en plano, ya actualizaba «la preocupación del artista por convertir el espacio en algo sustantivo». Como acertadamente lo señala Víctor Guédez al referirse a este paso de lo bidimensional a lo volumétrico: «No es apropiado hablar de una ruptura entre su pintura y su escultura. Lo que ha ocurrido es una transformación para mantenerse de otra manera y para asegurar una continuidad sin ninguna proscripción. Pasó del espacio simplificado y sugerido al espacio impactado e incorporado…»[1].
De hecho, la etapa pictórica tuvo una importancia capital en el afianzamiento de algunas de las nociones tratadas constantemente por Fermín, que atañen al binomio espacio/forma; por otra parte, la personalidad plástica de Fermín develó entonces su inclinación por el análisis riguroso. Esta sensibilidad, la intuición que la guía, y el estudio y admiración del artista por la obra de maestros como van Doesburg, Mondrian, Albers, Malevich, Max Bill, Donald Judd y Robert Smithson, han formado en él un talante absolutamente límpido, concreto, que, sin embargo, «trasciende la fisicidad pura». De esta etapa quedó también el uso austero del color, en el que el artista sigue los lineamientos de la gran tradición neoplasticista —colores puros, en su mayoría primarios, además del blanco y el negro—, utilizándolo como un elemento que crea, modifica y dinamiza el espacio.
Como señalamos, en Fermín es notoria la huella que ha dejado su estudio de los grandes artistas de la tradición abstracto-geométrica, constructivista, neoplasticista y De Stijl. Su amor por la forma pura puede ser seguido desde su etapa pictórica hasta hoy.  Sin embargo, su interés en la dinámica que estas formas establecen con el espacio lo llevó a interrogarse sobre los fenómenos de la percepción y, en este punto, sus lecturas sobre la psicología de la Gestalt han sido claves. Los principios gestálticos de «cerramiento»«simplicidad»«continuidad»«simetría», son usados por Fermín para acceder a un estadio interior y subjetivo de la dinámica espacio/forma. De allí, que su concepción vaya mucho más allá de la idea moderna de la escultura en la que espacio y forma son elementos expresivos autorreferenciales.



La exposición que hoy presentamos agrupa catorce piezas elaboradas por el artista en los últimos años. Ellas dan cuenta de una concepción de la forma como cuerpo móvil e inestable, en la que ésta deviene resultado y raíz de un desarrollo que si bien se evidencia en el campo tridimensional es, primeramente, mental. Para Fermín la forma, siendo materia-en-el-espacio es, en cierta medida, un acontecimiento. Recordemos que uno de los avances más radicales de la física y la filosofía del siglo XX fue la concepción del espacio-tiempo como un modelo matemático que combina esas dos instancias en un continuo inseparable, en el que se desarrollan todos los eventos físicos del universo. De este modo, en su obra, un cuadrado integra este acontecer continuo al incluir segmentos que salen o se separan de él, y que dan la sensación de que lo completan o lo descomponen. Una sucesión de estos cuadrados sobre la pared, como la mostrada en Planos relativos 180910 (2010) con formas ‹llenas›, o en Plano continuo 04042011 (2011), Curvatura 08062014 o Plano continuo 07062014 (ambas de 2014) con cuadros expresados por sus aristas, subraya un efecto de conformación/deformación continua, gracias a las tensiones creadas por las alteraciones de la forma simple y la activación mental que ocurre, espontáneamente, tras su contemplación. La forma es, entonces, un devenir físico que tiene su correlato en el espacio interno sensorial y mental. La forma no ‹es›, sino que se con-forma y se trans-forma continuamente.
En perfecta coherencia con su concepción, Fermín introduce, además, un aspecto dúctil en sus trabajos. Las piezas, hechas en hierro o aluminio, están sometidas a un tratamiento técnico que las hace parecer flexibles. Los segmentos se curvan pausadamente y las obras lucen como sometidas al viento o a una fuerza etérea, invisible. Las piezas Espacio variable 06092012 (2012) y 05032013 (2013) muestran elocuentemente esta transformación en proceso. Ambas son líneas que se curvan, pero en las que aún hay ecos ortogonales que activan la sensación de que un proceso de metamorfosis está ocurriendo, porque las líneas estás siendo sometidas a las fuerzas móviles e intangibles del espacio.
En su constante búsqueda, Fermín ha sentido una persistente fascinación por el acertijo espacial expresado en la Cinta de Moebius. En el texto introductorio del catálogo de la exposición «Pedro Fermín. Planos Relativos», presentada en 2009 en la Sala TAC de Caracas, Claudio Mendoza hace una sucinta descripción de esta tira y de sus asombrosas «propiedades topológicas»«La cinta de Moebius —señala— se construye a partir de una cinta rectangular dándole media vuelta a uno de sus extremos y pegándolo al otro. A diferencia de una banda anular cualquiera, que tiene dos superficies (interna y externa) y dos bordes (derecho e izquierdo), la cinta de Moebius sólo tiene una superficie y un solo borde. (…) Una de sus propiedades más cautivadoras es la de ser una superficie no-orientada: si una hormiga comienza el recorrido mirando a la derecha, regresa el origen mirando hacia la izquierda. Su carácter minimalista invoca una jornada sin fin única, un intercambio entre lo interno y lo externo, la demostración matemática de la dicotomía intimidad-superficialidad»[2].
Muchas piezas hechas por Fermín son, de hecho, cintas de Moebius realizadas a gran escala y en metal. Otras, como Inmanente 04112012 (2012) o Vértice 04042014 (2014) introducen lo que podrían ser segmentos de esta tira, espoleando la percepción a completarla. En estas piezas se moviliza, por una parte, el principio perceptivo de cerramiento, que nos lleva a completar la forma que se insinúa y unir mentalmente sus extremos; por otra, las pieza nos atrapan hápticamente, justamente por actualizar a una escala considerable el acertijo visual y espacial que constituye la cinta misma, presentada aquí como un cuerpo móvil y estático al mismo tiempo. En otro orden, las inquietudes sobre la reversibilidad imposible de la cinta se hacen patentes en la pieza titulada Plano Variable 15072014 (2014).


La permanente tensión entre lo curvo —que en la obra de Fermín expresa tanto las fuerzas móviles del espacio, como la voluta infinita que representa la cinta de Moebius— y la permanencia ortogonal del basamento geométrico de sus piezas, ha sido estudiada por Gerardo Zavarce.  En el texto Vértice Vórtice: esquemas trascendentales en la obra de Pedro Fermín, Zavarce señala que «se trata de una tensión a partir de la confluencia de contrarios: por un lado, una perspectiva propiamente geométrica: el vértice como punto en el que concurren los dos lados de un ángulo y, por el otro, el vórtice que representa un flujo circular, una torsión turbulenta, una representación que irrumpe en él, como el epicentro de un torbellino extendiéndolo»[3]. Las obras Plano continuo(2013), Tensión espacial 16022010 (2010) y, muy especialmente, Continuo (2013) dan cuenta de este enfrentamiento que caracteriza tan cabalmente la obra reciente de Pedro Fermín.
Las últimas indagaciones del artista están dirigidas al estudio de la etapa de los Boogie-Woogie de Mondrian, en la que el artista holandés construía tramas ortogonales de líneas amarillas continuamente interrumpidas por pequeños cuadrados blancos o de colores primarios, sobre un fondo blanco. Retomando el impacto rítmico que el fundador del neoplasticismo quería lograr en esta serie, Fermín comienza a introducir pequeños recuadros de color contrastante en los segmentos ondulantes de sus piezas. Continuo inmanente 17102014 (2014) es una obra en la que el artista ha colocado un rectángulo anaranjado y un cuadrado rojo en los extremos de cada uno de los brazos azul cobalto que la conforman. De este modo separa cromática y espacialmente la punta de las aristas, dinamizando la pieza al introducir estos segmentos que parecen estar desprendiéndose del cuerpo metálico, como si la fuerza del vórtice se hubiera hecho sentir con mayores consecuencias en la materia. Se activa así la dinámica espacial en una nueva dimensión: se abre un nuevo ámbito a la transformación, disparado por el ritmo puntual de los contrastes cromáticos.En una imagen ilustrativa básica de la teoría de la mecánica cuántica de la dualidad onda-partícula se observa cómo un corpúsculo cilíndrico suspendido enfrente de dos superficies que hacen ángulo, refleja en una la cara circular de sus extremos, y en otra, el rectángulo de la proyección de su cuerpo en el plano. Al verla no pude dejar de asociarla con la coexistencia de dos modos de entender del espacio en la obra de Pedro Fermín. Uno, por el cual la materia se hace dúctil y permite la concurrencia de lo curvo; otro, que proviene de lo geométrico, y que en esta última etapa da paso a la aparición de segmentos que son módulos, como si el espacio guardara, también, una invisible estructura ortogonal.
[1] GUÉDEZ, Víctor: «Rigurosa levedad». En: Pedro Fermín. Continuo Permanente. 1998-2005. Editorial Intenso, Caracas, 2006, p. 6.
[2] MENDOZA, Claudio: «La cinta de Moebius». En: Pedro Fermín. Planos relativos. Sala TAC, Trasnocho Cultural, Caracas, 2009, s/p.
[3] ZAVARCE, Gerardo: «Vértice Vórtice: esquemas trascendentales en la obra de Pedro Fermín». En: Pedro Fermín. Vértice Vórtice, Graphicart, Caracas. s/f, p. 7.

Katherine Chacón

* Texto publicado en el catálogo de la exposición «Pedro Fermín. El espacio como objeto». Galería Freites, Caracas, 2015. Fue asimismo reproducido en Prodavinci.

© Katherine Chacón

18 de octubre de 2015

Sincrónicas. Arte joven venezolano*


La exposición «Sincrónicas. Arte joven venezolano» reúne piezas de doce creadores que emergieron –o están aún surgiendo– en la escena plástica de Venezuela durante la presente década, y que tienen hoy en día una activa participación en el panorama expositivo del país.

La exhibición pretende dar una muestra –limitada, por cierto– de la efervescencia que viene caracterizando al arte venezolano desde hace más de diez años, y que ha sido producto de la confluencia de factores que han favorecido la comprensión y el ejercicio de una cabal plástica contemporánea. Entre estos agentes destaca, por una parte, la contribución que el Instituto Universitario de Estudios Superiores de Artes Plásticas Armando Reverón (IUESAPAR) viene haciendo para la formación de nuestros creadores. De sus aulas han egresado la mayoría de los artistas que hoy reunimos. Por otra parte, la existencia de diversos salones de arte, algunos de ellos de franco apoyo a los lenguajes contemporáneos, ha permitido una constante confrontación de propuestas. Existen igualmente numerosas salas de exhibición públicas y privadas, museos y galerías de arte, que constantemente apoyan la labor de estos jóvenes, e incluyen dentro de sus programaciones muestras en las que se da una lectura crítica de sus trabajos. Además, múltiples escenarios para la discusión teórica, realización de seminarios, foros, ciclos de charlas, son abiertos día a día en museos, fundaciones privadas y otros centros culturales.

Uno de los aspectos que intenta recalcar esta exposición es la pluralidad de las propuestas, así como la diversidad de las indagaciones y la libertad de creación. Hemos convenido en mostrar obras no tecnológicas, atendiendo a las dificultades que pudiera presentar su movilización e instalación. No obstante, las piezas aquí reunidas comparten la intención de indagar expresivamente en medios no convencionales y la voluntad de transgredir o de intrincar lo representativo, como vías que permiten subvertir permanentemente las estrategias de creación y percepción del arte.

El trabajo de Hayfer Brea ha tenido desde hace tiempo a la montaña como leiv motiv. Sus exploraciones iconográficas en este sentido han transitado el dibujo, la fotografía, la instalación y el video, e incluso, han permitido una grácil combinación de estos medios. Su obra busca la abstracción, o más bien, la decantación absoluta de elementos secundarios para acceder a la montaña como signo, como marca. No en balde algunas de sus piezas incluyen gráficos publicitarios asociados a la imagen depurada del cerro. El dibujo, asumido como vía de reflexión plástica, funciona aquí como técnica y materia, permitiendo al artista establecer un discurso que bordea la representación y el artificio.

Hayfer Brea, Montaña, 2007, intervención in situ, grafito sobre pared, dimensiones variables.  
HAYFER BREA (Caracas, 1975). Es Licenciado en Artes Plásticas, mención Medios Mixtos, del Instituto Universitario de Educación Superior de Artes Plásticas Armando Reverón (Caracas, 2004) y Técnico Medio, mención Artes del Fuego, de la Escuela de Artes Visuales Cristóbal Rojas (Caracas, 1995). Ha realizado dos muestras individuales: «Variaciones en torno a una línea» (Galería Spacio Zero, Caracas, 2007) y «Montaña» (Sala Alternativa del Centro Cultural Eladio Alemán Sucre, Valencia, Venezuela, 2004). Desde 2000 participa en exposiciones colectivas e importantes salones de arte en Venezuela (Caracas, Maracay, Valencia, Puerto Ordaz y Maracaibo) y el exterior, entre los que cabe mencionar: VI Salón Pirelli de Jóvenes Artistas (Museo de Arte Contemporáneo de Caracas Sofía Imber, 2003) y X Salón CANTV Jóvenes con FIA «Un Salón Tradicional» (Centro Corp Group, Caracas, 2007). Ha sido merecedor de los siguientes reconocimientos: Premio en la Especialidad de Artes Gráficas, VIII Salón Municipal de Artes Plásticas Alejandro Otero (San Antonio de los Altos, 1998); Premio Eladio Alemán Sucre en el LXI Salón Arturo Michelena (Ateneo de Valencia, 2004) y Premio General Motors de Venezuela en el XXXI Salón Nacional de las Artes del Fuego (Galería Universitaria de Arte, Valencia, Venezuela, 2004), entre otros.

La obra de Pietro Daprano busca construir un discurso que de cuenta de las fisuras del poder. En sus fotografías, poder y Estado aparecen encarnados por soldaditos de juguete dispuestos en absurdas situaciones en las que se confronta la impersonalidad con una dimensión humana. El orden y la disciplina se ven arrastrados por los cerdos, acaso el animal más gozoso; el machismo es combatido con graciosas alusiones homosexuales. Daprano construye imágenes intensas y paradójicas, que en su hermosa plasticidad aparecen cargadas de ironía: develan también el lado precario de lo humano, imaginativo e infantil, vulnerado por la desmesura. 


Pietro Daprano, Sin título, 2007, copia cromogénica sobre papel.
PIETRO DAPRANO (Caracas, 1971). Es Licenciado en Artes Plásticas egresado del Instituto Universitario de Estudios Superiores de Artes Plásticas Armando Reverón (Caracas, 2002). Ha realizado dos muestras individuales: «Colección Marginal» (Museo Alejandro Otero, Caracas, 2002) y «Libertad de Represión» (Galería D´Museo, Caracas, 2003). Ha desarrollado performances e intervenciones in situ en Venezuela y Brasil, de las que destacan: Detén el tiempo más no tus emociones (Galería de Arte Nacional, Caracas, 2006) y ¡Desayuno sobre la hierba! (Museo de Bellas Artes, Caracas, 2004). Desde 1992 participa en muestras colectivas en Latinoamérica, España y los Estados Unidos, tales como: 7ª Edición Latinoamericana del Premio Philips de Arte para Jóvenes Talentos (Memorial de América Latina, São Paulo, 2000); VI y VIII ediciones del Salón CANTV Jóvenes con FIA (Ateneo de Caracas, 2003 y 2005, respectivamente) y «Mapas Abiertos. Fotografía Latinoamericana» (Centro de la Imagen, Ciudad de México, 2004) entre otras. Ha obtenido reconocimientos, entre los que se cuentan: Primer lugar en el Premio Philips de Arte para Jóvenes Talentos (2000), y Premio de Fotografía y Mención Honorífica, en las ediciones XXXI y XXXIV del Salón Municipal de Artes Visuales Juan Lovera. (Caracas, 2002 y 2005, respectivamente).

Audino Díaz realiza piezas en las que trata de registrar las huellas que la existencia humana deja sobre la superficie terrestre. Sus obras son como mapas o vistas aéreas en las que cada trazo o mancha es el signo de un vestigio, de una acción que marcó la tierra, que cambió la faz del macropaisaje: es el rastro humano hecho cartografía. Díaz trabaja en soportes naturales como la piedra, la madera y las pieles animales que interviene, en este último caso, utilizando la costura y el afeitado, técnicas que le permiten definir trazos, texturas y campos de color. A través del uso de materiales naturales, su obra intenta hablar coherentemente de la memoria de la vida humana sobre el planeta.

Audino Díaz, Posibles caminos, 2006, piel de vaca rasurada y cosida, 210 x 210 cm.
AUDINO DIAZ (Ciudad de México, 1973). Estudió en la Universidad de los Andes (Mérida, Venezuela, 1993-1994), en The Art Students League of New York (1995-1998), en el Sculpture Center, (New York, 1996-1997) y en el Instituto Universitario de Estudios Superiores de Artes Plásticas Armando Reverón (Caracas, 1999-2001). Después de casi diez años de residencia en el exterior (Nueva York, Bogotá y Lima), retorna a Venezuela en 2007, incorporándose activamente al movimiento plástico nacional. Ha llevado a cabo seis muestras individuales en Caracas, Bogotá, Venecia (Antioquia, Colombia), Lima y Miami, entre las que destacan: «Vestigios de Futuro» y «Tensiones» (Alonso Garcés Galería, Bogotá, 2004 y 2005, respectivamente) y «Vestigios a flor de piel» (Alternativa, Elvira Neri Galería de Arte, Caracas, 2007). Ha participado en importantes muestras colectivas en Caracas, Mérida (Venezuela), Bogotá, Miami y New York. Ha obtenido los siguientes reconocimientos: Primer Premio Modalidad Escultura en el XXIX Salón Municipal Juan Lovera (Caracas, 2000); Merit Scholarship, The Art Students League of New York (2000); Primer Premio en el III Salón de Artes Visuales de Mérida (Venezuela, 1995) y Primer Premio en el I Salón de Artes Visuales Guillermo Besembel (Mérida, Venezuela, 1995).

Carlos Enríquez González irrumpió con sus «Astroboys» –figuras tridimensionales que representan al pequeño héroe de la caricatura japonesa del mismo nombre– en los salones de arte de principios de esta década. La referencia a este icono massmediático encubrió una poética compleja fundada en una idea trascendente de la existencia y del mundo. Su obra actual, de imágenes propias e inéditas –seres fantásticos, portales que se abren a otros mundos–, es un paso hacia el develamiento de esta concepción de la «realidad» como espacio abierto a múltiples conexiones dimensionales, corporeizando una alteridad que sólo en apariencia está fuera de nosotros mismos.

Carlos Enríquez GonzálezSin título, 2006, instalación realizada con objetos moldeados en fibra de vidrio y pintados con pigmentos de poliuretano; objetos plásticos, vinilo y pintura acrovinílica, dimensiones variables (aproximadamente 200 x 200 x 200 cm).
CARLOS ENRÍQUEZ GONZÁLEZ (Caracas, 1968). Realizó estudios en la Escuela de Artes Visuales Cristóbal Rojas (Caracas, 1989-1990) y en The Art Students League of New York (2001). De 2002 a 2004 cursó la Maestría «Práctica y Crítica de los Sistemas de Representación Visual Contemporáneos» en el Instituto Universitario de Estudios Superiores de Artes Plásticas Armando Reverón (Caracas). En 2007 realizó su primera muestra individual en Praxis Internacional Art Gallery (Miami). Desde 2001 viene participando en numerosas y destacadas exposiciones colectivas en Venezuela (Caracas, Maracay, Valencia y Maracaibo) y el exterior (San Juan de Puerto Rico, Miami, New York, Chicago y Tokio), entre las que destacan: VI Salón Pirelli de Jóvenes Artistas (Museo de Arte Contemporáneo de Caracas Sofía Imber, 2003), «Megaexposición II. Arte venezolano del siglo XXI» (Galería de Arte Nacional, Caracas 2005) y «Toy Karma Art Show» (Rotofugy Gallery, Chicago, 2007). En 2002 se hizo merecedor del Primer Premio Municipal Modalidad Tridimensional en la XXXI edición del Salón Juan Lovera (Caracas). Su obra está representada en las colecciones de la Fundación Museos Nacionales (Museo de Arte Contemporáneo, Caracas) y del Consulado de Venezuela en Nueva York.
Es evidente la presencia de la cultura «rockera» en la obra de Jonathan González. Habiendo trabajado con tatuajes y piercings, sus piezas recrean estas experiencias al incorporar materiales como el cuero y los plásticos negros, clavos y aros metálicos. El artista ha establecido como elemento fundamental de expresión la «escama», pieza recortada en forma de gota, que alude a los rituales dérmicos –dibujos y perforaciones– de los “rockeros”. Baterista de una banda en Caracas, González imprime a su arte el espíritu trasgresor y violento del mundo del rock «duro», convirtiéndose quizás en el primer artista venezolano en intentar traducir esta estética al lenguaje plástico.

Jonathan González, Escamas pirceadas, 2007, cuero, goma de neumático, semicuero, plástico, remaches, clavos y aros de aluminio sobre 
vinilo fijado a anime enchapado en madera. 
JONATHAN GONZÁLEZ (Mérida, Venezuela, 1978). Es Licenciado en Artes Plásticas, Mención Pintura, egresado del Instituto Universitario de Educación Superior de Artes Plásticas Armando Reverón (Caracas, 2004). Realizó cursos de Diseño Gráfico y Dibujo Analítico en la Escuela de Artes Visuales Cristóbal Rojas (Caracas, 1996) y de Fotografía Básica en el Ministerio de Educación (Caracas, 2005). Ha realizado dos muestras individuales: «Fragmentos» (Biblioteca Raúl Leoni, Caracas, 2000) y «Escamas color» (Galería Carmelo Fernández, Caracas, 2007). Desde 1998 viene participando en numerosas exposiciones colectivas y salones de arte en Venezuela, entre los que cabe mencionar: «Artes por todas partes» (Universidad Católica Andrés Bello, Caracas, 1999); «Visiones líricas» (Biblioteca Raúl Leoni, Caracas, 2000); VII Bienal Salvador Valero de Arte Popular (Museo Salvador Valero, Trujillo, Venezuela, 2002); «Punto 0» (Sala RG del Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos, Caracas, 2003); «Historias personales» (Museo Jacobo Borges, Caracas, 2003); XXXII Salón Municipal Juan Lovera (Caracas, 2003); «Medidas variables» (Museo Alejandro Otero, Caracas, 2006) y II Certamen Mayor de las Artes y las Letras, Capítulo Artes Visuales (Museo de Arte Contemporáneo, Caracas, 2006), entre muchos otros.

El trabajo de Javier León se caracteriza por un desparpajo creativo que lo hace transitar por las más diversas soluciones plásticas, muchas veces cargadas de irreverencia. León es un creador pertinaz que aprovecha sin reservas los más diversos medios y materiales, trastocándolos con sabia conciencia plástica en piezas de complejo sentido. Desde hace algún tiempo viene realizando obras utilizando galletas que dispone siguiendo patrones simétricos. Algunas de éstas describen formas concéntricas o “mandalas”. Otras, que guardan una apariencia cercana al geometrismo, acaso dejen entrever un mordaz comentario sobre fragilidad del sueño modernista.

Javier León, 18.300 calorías a color, 2005, acrílico y poliuretano sobre galletas de soda encoladas a madera, 200 x 200 cm. 
JAVIER LEÓN (Caracas, 1970).  Estudió en la Escuela de Artes Visuales Cristóbal Rojas (Caracas, 1989-1991). Es Licenciado en Artes Plásticas del Instituto Universitario de Estudios Superiores de Artes Plásticas Armando Reverón (Caracas, 2001). Actualmente cursa la Maestría «Artes Plásticas: Historia y Teoría» de la Universidad Central de Venezuela (Caracas). Ha realizado más de diez exposiciones individuales en Caracas, entre las que resaltan: «Disecciones del Cotidiano» (Alternativa, Elvira Neri Galería de Arte, 2006) y «Rótulos» (Hotel Paseo Las Mercedes, 2007). Desde 1993 participa en importantes muestras colectivas y salones de arte del país, entre los que cabe mencionar: VI Salón Pirelli de Jóvenes Artistas (Museo de Arte Contemporáneo de Caracas Sofía Imber, 2003) y LXII y LXIII ediciones del Salón Arturo Michelena (Ateneo de Valencia, 2004 y 2006, respectivamente). Ha sido reconocido con el Premio Joven Artista en el XXIX Salón Nacional de Arte Aragua (Museo de Arte Contemporáneo de Maracay Mario Abreu –MACMA–, 2004) y la Menci￳ón Honorífica en el Primer Salón Caroní. Noveles Artistas Plásticos (Museo Alejandro Otero, Caracas, 2007), entre otros. Su obra está representada en el MACMA, en la Fundación Museos Nacionales (Museo de Arte Contemporáneo, Caracas) y en la Colecci￳ón Belilty (Caracas).

Enrique Moreno es un artista singular que ha sabido integrar en su trabajo los conocimientos adquiridos en su formación en áreas diversas como la mecánica, la robótica y la música. Aunque había obtenido reconocimientos anteriores, en 2004 su trabajo emergió estruendosamente en el medio plástico venezolano, al hacerse ganador del II Premio del Salon Pirelli para Jóvenes Artistas. Desde entonces, Moreno viene desarrollando ensamblajes electromecánicos que funcionan como estructuras móviles y articuladas, activadas por pequeños motores. Las piezas, al moverse, arañan la pared, generando sobre ella un trazo que completa la experiencia como un acontecimiento.

Enrique Moreno, Lak en dequer, 2007, ensamblaje electromecánico (alambre, caladoras, cables eléctricos y sensor de movimiento), 30 x 200 x 30 cm.
ENRIQUE MORENO (Al-mina, Trípoli, Líbano, 1971). Es Licenciado en Artes Plásticas del Instituto Universitario de Estudios Superiores de Artes Plásticas Armando Reverón (Caracas, 2000) y Técnico Superior Universitario en Tecnología Automotriz del Instituto Universitario de Tecnología Industrial (Caracas, 1995). Su formación incluye prácticas circenses, electricidad, robótica y estructuras transformables. Desde 1995 participa en exposiciones colectivas del país, entre éstas: «Megaexposición. Arte venezolano del siglo XXI» (Galería de Arte Nacional, Caracas, 2005); «Arte Contemporáneo Venezolano. 1990-2004. Colección Cisneros» (Centro de Arte Lía Bermúdez, Maracaibo, 2005) y I Salón Caroní de Noveles Artistas Plásticos (Museo Alejandro Otero, Caracas, 2007). Perteneció a los ensambles «Perroroboto» y «Es_integrante», conformados por artistas plásticos que indagaban en el medio sonoro. Ha recibido los siguientes reconocimientos: Mención Especial en el XXVII Salón Nacional de Arte Aragua (Maracay, 2002); Mención Honorífica en el II Salón Exxon Mobil (Galería de Arte Nacional, Caracas, 2003); II Premio en el VI Salón Pirelli de Jóvenes Artistas (Museo de Arte Contemporáneo, Caracas, 2004). Está representado en la Fundación Museos Nacionales (Museo de Arte Contemporáneo, Caracas), Fundación Cisneros y Exxon Mobil.

La obra de Sachenka Oropeza parte del dibujo. Aunque elaborada en base a cabellos pegados, gran parte de su producción es dibujística, si atendemos a la utilización que la artista hace de estos materiales como sustitutos del trazo, subrayando la expresividad de la fibra hecha línea. Existe en esta técnica una intención de trasvasar lo orgánico animal en vehículo para representar una intrínseca biología vegetal. En sus obras de mediano formato –tejidos elaborados con pelo para ser colgados– esta vinculación se trastoca: la pieza es al tiempo paisaje, pelos entreverados, manto, espacio donde lo exterior es redimensionado en la materia dócil de la intimidad cotidiana.

Sachenka Oropeza, Apuntes para un paisaje, 2006, tejido elaborado con cabello, pelos de gato e hilos diversos, 50 x 200 cm.
SACHENKA OROPEZA (Valencia, Venezuela, 1971). Es Licenciada en Educación, mención Ciencias Sociales, de la Universidad de Carabobo (Valencia, 1998). Desde 2004 participa en importantes exposiciones colectivas y salones de arte del país, tales como las ediciones LXII y LXIII del Salón Arturo Michelena (Ateneo de Valencia, Venezuela, 2004 y 2006, respectivamente); el XXX Salón Nacional de Arte Aragua (Museo de Arte Contemporáneo de Maracay Mario Abreu –MACMA–, 2005); el XXXV Salón Municipal de Arte Visuales Juan Lovera (Caracas, 2006), la exposición «Amarres y Destellos» (Ateneo de Valencia, 2007); el X Salón CANTV Jóvenes con FIA (Sala Corp Group, Caracas, 2007); el I Salón Caroní de Noveles Artistas Plásticos (Museo Alejandro Otero, Caracas, 2007) y la muestra «Expresiones Paralelas. Arte joven venezolano» (Museo Alejandro Otero, Caracas, 2007). Ha sido merecedora de los siguientes reconocimientos: Primera Mención Honorífica en el I Salón Arte Bidimensional Pequeño Formato (Museo Juan Astorga Anta, Mérida, 2006); Mención de Honor en el XXX Salón Nacional de Arte Aragua (MACMA, Maracay, 2006) y el Premio Banco Guayana en el I Salón Banco Caroní de Noveles Artistas Plásticos (Museo Alejandro Otero, Caracas, 2007).

Dulena Pulgar es una creadora perseverante que desarrolla una obra sumamente expresiva, caracterizada por la ferocidad en el tratamiento de los elementos plásticos y la libertad en la experimentación con los más diversos materiales. Aunque su pulsión creativa es dibujística y pictórica –de hecho, la artista realiza actualmente pinturas, dibujos y collages, en paralelo con sus trabajos más experimentales–, su vehemencia creativa la lleva a “pintar” sin soportes ni pigmentos, utilizado telas y encajes como manchas, hilos y estambres como líneas, plástico sobre plástico para crear transparencias que hagan elocuente el espacio.

Dulena Pulgar, Cortinas de baño, 2000, hilos, pintura y estambre sobre plástico, 
165 x 165 cm.
DULENA PULGAR (Caracas, 1973). Licenciada en Artes Plásticas, Mención Pintura, del Instituto Universitario de Estudios Superiores de Artes Plásticas Armando Reverón.(Caracas, 2001) y Diseñadora gráfica egresada del Instituto Serigráfico Ávila I.S.A. (1994). Ha realizado las siguientes muestras individuales: «XY» (Museo Alejandro Otero, Caracas, 2005), «Hilados Pulgar» (Espacio DrapArt La Carbonería, Barcelona, España, 2007) y «Dibujos del Instinto» (La Carnicería Arte Actual, Caracas, 2007). En 2000 expuso colectivamente en Bogotá cuando a través del Proyecto «Nexo» del Convenio Andrés Bello se llevó a la capital colombiana una selección del IV Salón Pirelli de Jóvenes Artistas (Encuentro Iberoamericano de Artistas Jóvenes, Centro Cultural del Convenio Andrés Bello). En Venezuela ha participado en importantes exposiciones colectivas en las ciudades de Maracay, Valencia, Maracaibo y Puerto La Cruz, entre las que destacan: «5 x 5» (Museo Jacobo Borges, Caracas, 2002), «Megaexposición II. Arte venezolano del siglo XXI» (Galería de Arte Nacional, Caracas 2005) y «Medidas Variables» (Museo Alejandro Otero, Caracas, 2006). En 2007 fue reconocida con el Premio Joven Promesa otorgado por la AVAP (Asociación Venezolana de Artistas Plásticos, Caracas).

Las piezas que Bernardita Rakos viene realizando en torno al bolero establecen un juego semántico que contrasta la expresividad manifiesta con la contención o el impedimento. Plásticamente profusas, estas obras acentúan una ornamentación exuberante y kitsch, creada a través de procesos igualmente extravagantes –manos con uñas postizas pintadas, fotografiadas realizando signos del alfabeto dactilológico sobre un papel tapiz estampado. Todo esto dispuesto sobre la foto de un paisaje ensoñador–, como una forma de retratar la recargada expresión sentimental del bolero, en contraste con todo aquello que no se puede expresar: el lenguaje sin voz de la interioridad.

Bernardita Rakos, Bésame mucho. Serie boleros, 2007, fotografías digitales impresas en vinilo autoadhesivo, 144 x 220 cm.
BERNARDITA RAKOS (Santiago de Chile, 1977). Es Licenciada en Artes Plásticas, Mención Escultura, del Instituto Universitario de Estudios Superiores de Artes Plásticas Armando Reverón (Caracas, 2003). Ha realizado talleres y cursos de artes plásticas en: Instituto de Arte Federico Brandt (Caracas, 1996-1997), Escuela Arte y Fuego Cándido Millán (Taller de modelado básico y torno, Caracas, 1997), Museo de Bellas Artes (Taller de dibujo, Caracas, 1996) y Centro Cultural Consolidado (Taller de orfebrería, Caracas, 1996). Su actividad expositiva reúne su participación desde 1997 en más de 20 muestras colectivas y salones de arte realizados en las ciudades venezolanas de Caracas, Los Teques, Maracay y Valencia, entre las que destacan: «Megaexposición II. Arte Venezolano del Siglo XXI» e «Historias personales» (Museo Alejandro Otero, Caracas, 2005 y 2006, respectivamente). Ha obtenido los siguientes reconocimientos: Mención Honorífica en el XXIX Salón Municipal de Artes Visuales Juan Lovera (Caracas, 2000); Mención Honorífica en la V edición del Salón CANTV Jóvenes con FIA «Lo íntimo universal» (Galería Ateneo de Caracas, 2002) y Mención Honorífica en la VI edición del Salón Pirelli de Jóvenes Artistas (Museo de Arte Contemporáneo Sofía Imber, Caracas, 2004).

Andreotra (Andreína Rodríguez) utiliza su propio cuerpo y psique como elementos de expresión idóneos para tratar temas existenciales, biográficos, o que atañen a su relación como artista y como mujer con el mundo. Siguiendo de cerca a creadoras como Ana Mendieta o Regina Galindo, Andreotra ha realizado numerosos performances, modalidad en la que se destaca dentro del ámbito nacional. Su obra objetual está compuesta por instalaciones en las que la artista hace registros corporales, como un modo de afirmar su existencia como cuerpo vivo y quizás doliente. Otras, nacen de una vivencia particular que instala una relación especial e intensa entre la artista y los objetos que la conforman.

Andreotra (Andreína Rodríguez), Pérdida de identidad, 2001,
 instalación de objetos de tela e hilo rellenos de algodón, 
dimensiones variables (aproximadamente 70 x 50 x 3 cm).
ANDREÍNA RODRÍGUEZ (Caracas, 1976). Es Licenciada en Artes Plásticas del Instituto Universitario de Estudios Superiores de Artes Plásticas Armando Reverón (Caracas, 2001). Ha realizado más de diez acciones individuales, entre las que cabe mencionar: Lipo-extracción en el I Encuentro Mundial de Arte Corporal (Galería de Arte Nacional, Caracas; Museo del Estado Miranda, Los Teques, 2005), ¿Carnicera yo? (Museo Alejandro Otero, Caracas, 2005) y Conversación aguada en la I Bienal del Agua (Plaza O’Leary, Caracas, 2006). Desde 1998 participa en muestras colectivas e importantes salones de arte del país (Caracas, Valencia, Barquisimeto, Puerto La Cruz, Porlamar, Maracaibo) y el exterior (Miami). Ha sido acreedora de reconocimientos como: Tercer Premio en el VI Salón CANTV Jóvenes con FIA (Ateneo de Caracas, 2003); Premio Braulio Salazar en el LXII Salón Arturo Michelena (Ateneo de Valencia, 2004); Premio Municipal Modalidad Tridimensional en el XXIX Salón Municipal Juan Lovera (Caracas, 2005); mención de honor en la III Bienal de Fotografía Daniela Chappard (Museo de Arte Contemporáneo del Zulia, Maracaibo, 2005 y Centro de Arte La Estancia, Caracas, 2006) y Premio del Distrito Capital en el II Certamen Mayor de las Artes y las Letras, Capítulo Artes Visuales (Museo de Arte Contemporáneo, 2006), entre otros. 

El trabajo de María Eugenia Zambrano actualiza una reflexión sobre lo femenino que evade lo meramente reivindicativo y roza lo arquetípico. La artista realiza piezas de delicado acabado en las que el trabajo artesanal –bordado, costura, ensartado, hilvanado– es el basamento de una aproximación plástica a lo íntimo sugerente. A la sensualidad de sus piezas, Zambrano suma un regodeo en los detalles, en la labor minuciosa, que le sirve para hablar calladamente de lo femenino como cuerpo somático y simbólico que reclama su presencia –ya no mujeril, sino humana– como contrapeso a las certezas baladíes del «alma del mundo» contemporáneo.

María Eugenia Zambrano, Serie Labores de lo femenino/Objetos portables, 2007, 
instalación de objetos textiles elaborados con costura, bordado y aplicación de lentejuelas, canutillos, mostacillas, hilos, alfileres y cierres de nylon sobre tela (algodón, organza, lamé, gamuza y semicuero), dimensiones variables (aproximadamente 28 x 238 x 15 cm).
MARÍA EUGENIA ZAMBRANO (Caracas, 1977). Es Licenciada en Artes Plásticas, mención Pintura, del Instituto Universitario de Estudios Superiores de Artes Plásticas Armando Reverón (Caracas. 2003) y Técnico Medio en Artes Visuales, especialidad Artes del Fuego, de la Escuela de Artes Visuales Cristóbal Rojas (Caracas, 1997). Actualmente cursa estudios en la Escuela de Artes de la Universidad Central de Venezuela (Caracas). En 2007 realizó su primera muestra individual, «Labores de lo Femenino», en la Alianza Francesa (Caracas). Desde 1996 viene participando en exposiciones colectivas en diversas ciudades venezolanas, Caracas, San Antonio de los Altos, Los Teques, Maracay, Valencia, Carora y Maracaibo. En 2001 concurrió a la 8ª Edición Latinoamericana del Premio Philips de Arte para Jóvenes Talentos (Memorial de América Latina, São Paulo), en el que obtuvo el Tercer Premio en la Categoría de Arte Analógico. En esa misma modalidad ganó el Primer Premio en la edición nacional de dicho concurso (Caracas, 2001). En 2006 recibió el Premio Medios Mixtos en el Certamen Mayor de las Artes y las Letras, Capítulo Artes Visuales (Museo de Arte Contemporáneo, Caracas). Está representada en las colecciones del Instituto de la Artes de la Imagen y el Espacio (IARTES), Caracas, y del Premio Philips de Arte para Jóvenes Talentos en São Paulo.

Katherine Chacón

*Este texto fue publicado en el catálogo de la exposición «Sincrónicas. Arte joven venezolano», que fue presentada en 2007 en la Galería Pedro Esquerré del Centro Provincial de Artes Visuales, Matanzas, Cuba, y en 2008 en el Museo Alejandro Otero de Caracas.


© Katherine Chacón